Es muy fácil llamar terrorista a quien se te opone. Es muy fácil usar la fuerza antes que negociar y llegar a acuerdos. Hace un año se produjo uno de los enfrentamientos más violentos entre peruanos desde el fin de la guerra contra el PCP-SL y el MRTA.

Muchas pasiones se han levantado sobre los hechos ocurridos hace un año en la "Curva del Diablo". A un año de la tragedia, todavía no estamos de acuerdo en si fue una masacre de nativos, de policías, un enfrentamiento aislado o parte de un movimiento más grande, que incluye hechos similares al rededor del mundo.

Recomiendo mucho este post de Peruanista que relata, a través del argumento de Avatar, hechos que están ocurriendo en "países en vías de desarrollo", sobre todo africanos y americanos. En resumen, lo que dice es que empresas multinacionales tienen intereses en obtener cada vez más recursos naturales para mantener los groseros niveles de consumismo de los países "desarrollados". Para ello, usarán a los gobiernos nacionales o en su defecto contratarán "fuerzas privadas de seguridad" (o sea, mercenarios) para defender sus intereses.

Solo por citar un par de ejemplos, las guerras civiles del Congo han tenido siempre al coltán como catalizador. En Sierra Leona, los diamantes eran los que financiaban la guerra civil. En ambas guerras participaron varias facciones, pero quien siempre salía ganando era el que comercializa el producto final, sea el diamante pulido o  los miles de celulares vendidos. Según el portal Afrol News:

De acuerdo a lo que parecen ser propiedades fisico-químicas “mágicas”, este mineral (el coltán) es fundamental para las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, misiles balísticos, video juegos, aparatos de diagnóstico médico no invasivos, trenes sin ruedas (magnéticos), fibra óptica, etc.. Sin embargo el 60 % de su producción se destina a la elaboración de los condensadores y otras partes de los teléfonos celulares.

La aclaración y las negritas son mías.

Lo que es cierto es que Bagua no se trata de un hecho aislado, ni esproádico, durante semanas antes del "Baguazo", el movimiento indígena había tomado fuerza con un reclamo bastante simple: que se les consulte antes de meterse a sus tierras. Mientras para los indígenas esas tierras son fuente de vida, comunidad y espiritualidad, para el gobierno y las empresas se trata de recursos naturales primarios (en el caso peruano, minerales y petróleo) en un lugar donde hay unos "revoltosos" que estorban la extracción.

Imagen: Alvaro Portales (@alvaroportales)

La respuesta del gobierno: detener a toda costa a los revoltosos, bajarlos al nivel de ciudadanos de segunda clase, tildarlos de terroristas y disparar sobre ellos. El primer interesado en evitar la violencia la promueve y la consecuencia fue al menos 34 muertos entre nativos y policías, según cifras oficiales.

Lo que es cierto es que a un año de Bagua los responsables no están donde deberían estar: tras las rejas. La intolerancia y el prejuicio siguen siendo las respuestas a reclamos justos y a interrogantes válidas como "qué va a pasar con mi comunidad cuando la mina/pozo deforeste los bosques, ensucie el agua y acabe con el ecosistema?" "quién se va a quedar con el dinero?" "mi vida va a mejorar?". La libertad de prensa, sobre todo en el interior del país, ha sido seriamente amenazada, siendo el caso más sonado el de la radio La Voz de Bagua.

Estamos en tiempos difíciles, de eso no hay duda, sobre todo porque en este caso el enemigo no es 100% identificable. No se trata de un dictador expreso, ni de una potencia extranjera. La democracia es el escudo de la intolerancia y la represión. El lobo está disfrazado de cordero. A nosotros nos toca sobrellevar nuestra época y dejarle un futuro a nuestros hijos y nietos.

Por eso lo primero es no olvidar.

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