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Cuando la inseguridad y el transporte se juntan

Publicado: 2010-04-16

Quiero compartir una historia que le sucedió hace dos días a una señora en un bus de Lima. Ella regresaba de Miraflores a San Isidro, cuando dos delincuentes perseguidos por la policía protagonizaron una situación digna de película de acción, al menos en cuanto al susto que los pasajeros se pegaron.

Como te dije hace un rato ésta podría ser una historia para resaltar la serena valentía de un anciano conductor (al menos lucía  mayor que mi marido) de un omnibus de la empresa ETUSA, al ser apuntado con pistola por uno de dos maleantes que escapaban de un patrullero.

Anoche, miércoles 14 de abril 2010, aprox a las 9:15 pm, saliendo de la oficina del consorcio en Larco cuadra 10, segundo óvalo de Pardo, tomé un bus morado de la línea ETUSA (conocida popularmente, como “La T”) hacia la Av. Salaverry.  A las pocas cuadras, subieron dos hombres de mediana edad.  Lucían tensos.  El más joven casi con los ojos desorbitados.  Enseguida, el mayor de ellos sacó una pistola y apuntó la cabeza del conductor, presionándolo a continuar manejando sin parar, insultándolo en todo momento, ordenándole desviarse de su ruta inclusive. Era evidente que pretendían escapar a toda costa.

Cuando recién subieron me quedé perpleja y asumí que querrían asaltarnos.  Esperé lo más serena posible y éso no sucedió.  Cuando me convencí que no nos asaltarían, me deslicé al piso del ómnibus y de allí llegué a un asiento del frente buscando protección por si se iniciaba una balacera con el patrullero.  Felizmente el bus no estaba muy ocupado y casi el 100% de pasajeros se mantuvo sereno.  En esos momentos se me ocurrió pedirle a Dios que nos protegiera y así fue.  Los dos maleantes  bajaron por La Mar, creo que dos cuadras antes del costado del Cuartel San Martín.

La gente del patrullero aparentemente no se había percatado que los maleantes habían bajado y entonces varios pasajeros muy inquietos gritaron por las ventanas que los maleantes ya habían bajado.  Luego, el conductor retomó su ruta y todos empezamos a comunicarnos con nuestras familias, resumiendo este hecho.   Al bajar, sólo atiné a darle  una palmada de agradecimiento al conductor y al cobrador.

Yo le pedí a mi marido que me fuera a buscar al paradero porque estaba muy nerviosa y llegó con mi hijo.   Mi hija, que estaba en la casa, sólo notó que algo sucedía porque ambos salieron "disparados" y al rato le avisaron por teléfono.

Muchas gracias Nicolás, la historia está en tus manos.

El aumento de la delincuencia en nuestra ciudad se hace presente. Por suerte, en esta situación, todo salió bien, gracias a la serenidad del chofer. Pero, ¿qué hubiera pasado si al tipo se le escapaba un tiro y lo mataba? ¿O si se les ocurría secuestrar a los pasajeros?

¿Tiene que ocurrir una tragedia para que estas historias salgan a la luz? ¿Cuántas historias como esta ocurren diariamente en los buses de Lima? ¿Cuántas denuncias se hacen por robos en los micros y buses? ¿Cuántas más no se hacen?

Esto es lo que pasa cuando los dos grandes problemas de la ciudad se juntan.


Escrito por

Nicolás Bello

Estudio periodismo en la Universidad Católica. Tuve un primer blog en 2003, antes de la web2.0, en el que publiqué, sobre todo, cuentos. La hora del Pucho nació como proyecto en noviembre de 2006. Durante el último año, el blog tuvo altibajos y quedó abandonad


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